En la noche del 8 de noviembre de 1918 el cabo recibió en encargo de llevar a su teniente de misión nocturna. Se encontraban en Spa (Bélgica), esperando a que en cualquier momento se decretase el alto el fuego. Partieron con el teniente sentado en el side y el teniente acabó por liarse entre tantos cruces y caminos en aquella noche lluviosa. El cabo Holtz sin embargo conocía el terreno perfectamente porque lo recorría casi a diario y sabía que se dirigía hacia las líneas enemigas; sin embargo el teniente le ordeno que se callase ya que él llevaba el mando.
En lo alto de una colina divisaron una granja en la que había una luz encendida, por lo que el teniente ordenó dirigirse hacia allí para preguntar a los granjeros en qué lugar se encontraban… Holtz aporreó la puerta y cuando esta se abrió se encontraron frente a un grupo de oficiales alemanes que echaban una partida de cartas. Aquello era el cuartel general de la Quinta División Bávara, e inmediatamente fueron hechos prisioneros.
Sin embargo Holtz (que tenía ascendientes alemanes) fue interrogado por un general alemán que ante la sorpresa de que el yankee hablaba perfectamente alemán y dado que la guerra en aquella zona estaba a punto de finalizar se mostró suficientemente amistoso.
Les enviaron hacia el cuartel general alemán, pero tres días después la guerra terminó y ambos volvieron a su unidad en la que se les había dado por desaparecidos. Ya a la vuelta hacia Bélgica se toparon con una columna de soldados alemanes vencidos que regresaban a Alemania, momento que aprovechó el teniente para bajarse del side, avanzar unos metros y hacer la foto de Holtz.
Es curioso ver como todos los alemanes sorprendidos miran la moto…
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